La
imagen pública va más allá del aliño personal y vestimenta, también estudia el
lenguaje no verbal de las personas, mediante el cual, se puede detectar cuando
un político miente.
Nuestro
cuerpo comunica sin necesidad de decir una sola palabra. Y los seres humanos
aprendemos durante la vida a descifrar gestos que denotan algún sentimiento,
actitud o comportamiento. Muchos los detectamos con facilidad, como la alegría
o la tristeza. Sin embargo hay muchos otros que pasan inadvertidos, y hay que
entender el cuerpo humano para detectarlos.
El
comportamiento engañoso derivado de la mentira es el más difícil de descifrar,
aunque la creencia popular diga lo contrario, por lo que algunos parámetros que
nos ayudan a detectar la mentira en situaciones como una campaña política,
donde los candidatos tienen la oportunidad de tocar las puertas de las casas
para convencer a los ciudadanos o recurren a los medios de comunicación para
pedir el voto.
Las
razones del voto tienen muchos orígenes y algunos de ellos muy ligados al
comportamiento y apariencia del candidato. ¡Cuántos juicios no hacemos solo con
cruzar miradas con una persona!
Aunque
mucha gente cree que el político se siente más vulnerable en una entrevista en
radio o televisión, la realidad es que el candidato es más endeble cuando está
cara a cara con un potencial votante.
Primero
porque no está en territorio que pueda controlar. Segundo, por la incertidumbre
al no saber si será rechazado por su anfitrión. Por lo que el saludo será el
primer contacto entre ambos para detectar si hay aceptación. Candidato que se
aproxime a saludar a un varón, debe de hacerlo con el apretón de manos fuerte,
sólido y no muy corto, esto demuestra seguridad.
La
seguridad del candidato al saludar debe de demostrarse en la mirada fija en su
anfitrión. Si el candidato divaga con la mirada, analizando el entorno,
demuestra desconfianza y creará una barrera de comunicación, que aunque con
palabras exprese su “comodidad”, su cuerpo dirá otra cosa y crecerá el rechazo
por parte de su anfitrión.
Si el
candidato logra la aceptación de su anfitrión por la vía de una actitud segura,
el paso siguiente es la comodidad entre ambos. Cuando ésta se da, lo más
probable es que se geste un ambiente donde la mentira no cabe.
La
comodidad genera que los tonos de voz se igualen, así como el ritmo de su
respiración y se irá dando una cercanía entre sus cuerpos, es decir, con la
comodidad se acercarán ambos entre sí
e inclinarán sus cabezas rumbo a la posición de su compañía, cuando esto
pasa es que se ha logrado una mayor comodidad y ambos están receptivos.
Esto es
un símbolo distintivo de lo que comúnmente se le conoce como “química” entre
dos personas. Cuando dos personas están en una atmósfera cómoda interactuando,
se es menos propenso a la actitud engañosa. Estas muestras de armonía son más
comunes en personas que dicen la verdad.
En
contraste, un mentiroso, por naturaleza buscará ocultar la mayor parte de su
cuerpo para no evidenciar su actitud engañosa. Por lo que siempre buscarán usar
objetos como obstáculos en la comunicación. Siguiendo con el caso de un
candidato que visita una vivienda, y no logra superar su incomodidad, ésta se
contagiará con su anfitrión y cuando busque expresar verbalmente la “comodidad”
de estar visitando esa casa, veremos su expresión facial rígida y su mirada
siempre en el reloj o las ventanas.
Su
cuerpo tenderá a girar hacia la salida, sudará y sus piernas estarán siempre
inquietas y buscará distancia con su anfitrión y el menor contacto físico
posible, esto como señal de que busca distancia u ocultarse. Además de que su
expresión verbal se limitará a respuestas cortas. Incomodidad pura, misma que
está conectada con el hecho de mentir.
El
potencial votante detectará, en situaciones así, expresiones faciales
prolongadas como sonrisas, muecas o miradas y por lo general va acompañado de
sacudidas de cabeza para demostrar afirmación que llevan retardo. Cuando esto
sucede es también indicativo de engaño.
El
contacto visual es un cliché utilizado desde hace mucho para demostrar
seguridad. El mentiroso profesional suele tener un contacto visual más
prolongado para generar confianza. Así que mucho contacto visual es una alerta.
Así que
cuando reciba a un político en campaña en su casa, puede detectar estos
sencillos parámetros para elevar su alerta y saber si le mienten. La mejor
manera de saber cuando un político miente es tenerlo frente a frente con la
menor cantidad de objetos posibles y analizar su lenguaje no verbal.
Obvio,
existen personas que mienten en la comodidad de una situación, así como lo hace
el político, también lo puede hacer el votante. Pero este resumen de gestos y
conductas han sido estudiadas a través del tiempo y en el 80% de las veces
resultan ser positivas para el engaño.
A unos
meses de que inicien las campañas electorales, tenga esto en mente, ya que estas
actitudes espontáneas delatan a un mentiroso.
Por Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Colaboración publicada en la revista impresa VozEnRed, edición de julio.