lunes, 13 de junio de 2011

La Ética, una necesidad en el periodismo


Los nuevos tiempos globales nos exige estar más y mejor preparados, pero también nos ponen en alerta de la invasión de pseudo comunicadores que dañan fuertemente la relación institución-medio-sociedad, de ahí la importancia de recurrir a los principios éticos o deontológicos.



Ante esto debemos contestarnos: ¿Para qué sirven los principios éticos? ¿En verdad contribuyen a la formación de mejores comunicadores y mejores educadores? ¿Ataca la deshonestidad? ¿Ayuda la deontología a todas las profesiones ?  ¿Qué gana con esto la sociedad?

La ética, desde el punto de vista etimológico, es una ciencia que estudia el ethos, es decir, algo característico de las costumbres o de los modos habituales de actuar, y por fin, de la propia naturaleza o capacidad natural del hombre para comportarse de una u otra manera con un fin determinado. El sentido del término latino se encuentra precisamente en la explicación de la palabra ethos, que en latín es mos (costumbre) de donde deriva el término moral con el mismo significado de ética. Con otras palabras, la ética estudia la actitud humana acostumbrada o simplemente, los actos humanos racionales y espirituales.

Es importante precisar sobre la palabra actitud, tratado de manera clara por Luka Brajnovic, que dice: “La ética se encarga de estudiar los actos humanos (no los del hombre) en el estricto sentido de la palabra, es decir como una práctica que como una especulación teórica”.

La ética pues, es una ciencia –filosófica- práctica, pero también teórica, normativa, que descubre y fija normas, consejos y advertencias para que el hombre viva bien.

En cuanto a su ramificación, se divide en Ética General y Ética Especial. La primera estudia leyes, normas y hechos generales de la actitud moral del ser humano; la segunda, estudia la actitud en diversas circunstancias en las que el hombre se encuentra como ser social. Ante esto, la Deontología pertenece a la ética especial.

La persona –cualquier que sea su grado de cultura y de civilización- posee un sentido ético o moral, este sentido está estrechamente ligado a los actos volitivos –sobre todo al calificarlos- como buenos o malos. Esta facultad nata se perfecciona poco a poco a lo largo de su ejercicio practico, lo que se le llama criterio moral del hombre.

Cuando se tiene un sentido estético –sobre lo bello- y no ético –sobre la verdad- es completamente distinto de tener la capacidad de explicar, argumentar o justificar la belleza y la verdad.

Lo mismo sucede con el sentido ético. Todos los seres humanos lo tienen, ya que existe una diferencia entre el bien y el mal, entre los actos honestos y deshonestos. Y así como existe la belleza independientemente de nuestra opinión y existe la verdad aunque no la conozcamos, así también existe la diferencia entre el bien y el mal reconociéndola nosotros o no.

En fin, dicha diferencia entre el bien y el mal, existe antes de que podamos juzgar en que consiste y en qué se fundamenta; y además existe antes que sepamos juzgarla o comprenderla lógica y teóricamente.

Obrar como debe y decidir lo que éticamente es bueno, es el deber fundamental del hombre. Este deber, es preciso señalarlo a los comunicadores, no disminuye su libertad, sino que la hace ejercer.

Los hombres se relacionan con el bien y el mal según sus actos morales. Esto significa que para la diferenciación ética hay que tomar en cuenta la misma persona humana como una integridad individual. La medida para definir estos actos es la razón, es decir la naturaleza racional del hombre. Por ello, un acto es honesto si concuerda con la recta razón y con el bien común.

Entendió lo anterior, que la calumnia, la mentira, el atentado contra la buena fama, un ejemplo escandaloso, la corrupción, el homicidio, la dádiva por hablar o escribir “ bien” sobre personaje deshonesto, el homicidio, etc. son delitos morales, porque son contrarios a la sana razón. 

 

El ejercicio de una profesión no se limita únicamente al oficio como tal –con sus correspondientes deberes éticos- sino también a la conciencia moral del hombre, a los actos, juicios y derechos inalienables de la persona, sean o no reconocidos por las normas jurídicas vigentes. Ante esto, la deontología o moral profesional, se puede definir como una parte especializada de la ética porque considera el aspecto moral del hombre ejerciendo su profesión.

Esta parte de la ética se fija especialmente en el contenido y en la honradez de las actividades profesionales y en los deberes de los que desempeñan las actividades y trabajos, como lo son los periodistas; comprometiendo así la misma profesión.

La deontología es una parte especializada de la ética general –como ya se dijo- pero no una parcela totalmente delimitada que pueda estudiarse que estudiarse sin tener en cuenta la visión conjunta de la moral natural.

Precisando, la moralidad, el honor, la honestidad, el deber, la responsabilidad social y la obligación de conciencia referidos al ejercicio de una profesión, se denomina Deontología o Ética profesional.


Por: José Luis Jáquez Balderrama y Leticia Ávila Wall
(Colaboración publicada en la versión impresa de la revista VozEnRed)










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